lunes, 6 de septiembre de 2010

Artículos de prensa relacionados con el tema de la obra

Entrevista a la sicóloga de La Pintada (Antioquia) en el proceso de investigación para el personaje de Leidy Johana Zapata, el personaje protagonista. 





Una crónica de la prostitución en carretera "Amores de carretera" y  se sigue por este canal: http://www.caracoltv.com/canaldevideo/noticias

Tan real como la vida misma (Prostitución infantil)



http://www.elmundo.es/america/2010/10/06/colombia/1286387765.html


Notable en poder, cero en maltrato.  Por Soledad Gallego Díaz (El País)

http://www.elpais.com/articulo/sociedad/pandemia/violencia/machista/desgarra/Latinoamerica/elpepuint/20110218elpepusoc_3/Tes

Las noches de las prostitutas de carretera

Cada noche que puede ir a su negocio, Rodolfo Saffón Anzola, uno de los socios de la Organización La Manuela, una estación de servicio, restaurante y hospedaje en la troncal de Occidente, a media hora de Manizales, reúne a las prostitutas que deambulan en en la vía, las sienta en frente suyo y las pone a orar durante media hora.

Saffón, un ferviente católico, les insiste que abandonen la vida que llevan y les ofrece su ayuda. Pero muy pocas se animan y las mismas que se sientan en las sillas del restaurante, regresan a pasear sus escotes profundos y sus piernas cerca de las tractomulas que parqueadas en el lugar.
“En todo caso ya he convencido, o mejor lo ha hecho el Señor Jesucristo, a tres (prostitutas) y ahora están aprendiendo costura plana en Manizales con unas monjitas”, dice Saffón, optimista.
En el singular grupo de oración del hombre no puede haber ninguna menor de edad. “Los patrones les permiten a las prostitutas trabajar aquí, pero no puede haber niñas y de las que sospechamos que pueden ser menores les pedimos la cédula”, dice Julián, uno de los ‘isleros’ (vendedores de gasolina).
Sin embargo, las niñas prostitutas aprovechan la extensión del lugar, la oscuridad de la noche y hasta el tamaño de las tractomulas para buscar clientes.
Una vía que se transforma La Manuela, que está situada en la carretera Manizales–Medellín, y cerca de la vía que conduce a Pereira y al occidente del país, es una cuando hay luz y otra muy distinta cuando aparece la noche.
En el día es un parador corriente. En el restaurante y la estación de servicio siempre hay movimiento de personas, y en el alojamiento, de 54 habitaciones, reina la calma.
Pero en la noche la actividad aumenta. Mientras el restaurante es colonizado por los camioneros, varias parejas entran y salen de los cuartos alquilados por los conductores para pasar la noche.
“El rato cuesta 15 mil pesos y el cuarto 12 mil, pero éste ya lo han pagado ellos”, cuenta Daniela*, de 20 años y madre de una niña. Ella vive en Chinchiná (Caldas) y viene todas las noches. Después de cada jornada se lleva en la cartera entre 80 y 90 mil pesos que le sirven para mantener la casa.
“Nosotras no nos subimos a los camiones. Para eso están los cuartos”, aclara Marcela*, una prostituta más veterana que vive en la capital caldense. “El trabajo está muy duro en Manizales”, dice la mujer quien asegura que sólo se monta en los camiones para regresar a su casa. “A uno la conocen y la llevan gratis”, dice.
Sin embargo, EL TIEMPO observó que varias mujeres, entre ellas algunas menores de edad que se ‘cuelan’ en La Manuela, venden sus cuerpos en los cabezotes de las mulas. Esta modalidad de prostitución es más frecuente en Chinchiná.
Casi todas las prostitutas de La Manuela se quedan hasta las 2 de la mañana, pero algunas extienden su labor hasta el amanecer cuando las sillas donde se sientan a orar al comienzo de cada noche, comienzan a ser ocupadas por los viajeros que hacen un alto en el camino para estirar las piernas y refrescarse.
*Nombres cambiados
Publicación
eltiempo.com
Sección
Nación
Fecha de publicación
11 de junio de 2007
Autor
FERNANDO UMAÑA MEJÍA



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